Lucky era quizás la chica más desafortunada del mundo. Tal vez porque su padre estaba resentido con ella.
Cuando Lucky tenía nueve años tuvo la desgracia de ingresar al sistema de acogida. Como una pluma en un huracán, nunca se quedó en un lugar el tiempo suficiente para poder llamarlo hogar.
A los diecinueve pensó que por fin le había tocado la lotería. Encontró el amor un hombre mayor, pero pronto descubrió que era uno de esos a los que les gustaba hablar con la mano abierta y luego disculparse con dinero.
A los veintitrés Lucky vació la cuenta bancaria de Bob. Le pagó a un tipo para obtener una nueva identidad. Cerró los ojos y dejó que el destino la guiara hacia el futuro.
Finalmente parecía que la suerte se estaba poniendo de su lado. Era libre y el trabajo de sus sueños estaba más cerca de lo que jamás hubiera imaginado. Todo lo que tenía que hacer era no arruinar su gran entrevista.
O tener una aventura ocasional con su futuro e increíblemente sexy jefe la noche anterior...
Pero si algo había aprendido Lucky alguna vez en la vida era a sacar el máximo provecho de una mala situación. Y eso es exactamente lo que hizo.
Al menos hasta que apareció la fatídica segunda línea en su prueba de embarazo...
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